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24 mayo 2009 7 24 /05 /mayo /2009 17:36

Expresar lo universal dentro de lo particular constituye una característica fundamental de toda manifestación cultural que  adquiere con el tiempo el calificativo de clásica.

En el campo de la salsa como expresión de un universo humano, en este caso el Caribe, la manifestación musical de los años sesenta- setenta siguen predominando en el gusto estético de los habitantes de Cartagena  en los albores del siglo XXI. Pero no es el anquilosamiento del gusto musical sino más bien el reconocimiento y la identificación con la forma de expresar el sentimiento tanto en lo literario como en lo musical. Es cierto que desde el punto de vista literario muchas de las composiciones  de esta época no son unos monumentos pero si expresión de un verdadero sentir que todavía resulta significativo para las generaciones de hoy.

Desde  el punto de vista generacional no existe razón alguna para que a un joven entre 17 y 20 años le guste la salsa como género musical, histórica y musicalmente hablando es hijo del hip hop, de la champeta del regeetón, del rap, dance hall y de otras manifestaciones caracterizadas por su abundante producción y efímera duración.

Es posible que una de las razones del afianzamiento de la salsa de los años sesenta –setenta tenga que ver con el tiempo en lo relacionado con la maduración del gusto musical, es posible que con la música haya pasado lo que ocurre con los vinos: entre más duración mejor calidad.

En el tiempo duro de la salsa grabar una canción no era tan sencillo como resulta hoy cuando las pistas y los estudios de grabación abundan y cuando se pueden  grabar los karaokes y cualquiera resulta ser estrella de la canción.

Esta misma dificultad para acceder a los estudios de grabación hacía que las melodías a considerar fueran escogidas con mucho más criterio ya que no se podía desperdiciar la oportunidad para los intérpretes, ni exponer el negocio para los productores. Esta situación permitió que estas melodías fueran afianzándose de manera profunda en el imaginario colectivo de las generaciones sucesivas que la hicieron parte integral de su sentir musical y de su identidad cultural. Muestra de ello es  que se puede identificar a un salsero desde su manera su manera de vestir hasta su manera de concebir el   mundo. En torno al fenómeno salsa se desarrolló una verdadera cosmovisión, la de la bacanidad: “Las esquinas son, son iguales en todos la’os en Panamá o en Borinquen sirven para estar para’o”. Detrás de esta aparente perogrullada se esconde toda una experiencia urbana de lo que es la calle y del significado que  tiene entre nosotros para desarrollar el proceso de socialización en nuestros ambientes populares. Esa breve expresión con un arreglo musical conveniente se convierte en aforismo que sintetiza toda una experiencia de carácter social dentro de un conglomerado humano más allá de las fronteras  donde se genera y por su mismo carácter sintético es asimilada con facilidad e incorporada a la misma estructura mental y que luego comienza a transmitirse como parte de una tradición.

Por otra parte no es que en Cartagena la salsa se haya fosilizado sino que la producción salsera reciente tanto musical como literariamente no llena algunas expectativas. Cuando lo que se hace actualmente se muestra con calidad y mantiene su conexión con las raíces tiene acogida. Por ahí están los Santa Rosa, los Maelo Ruiz, los Canarios y otros    con un estilo particular   que los hace ser reconocidos y acogidos pero que  en su base resultan ser respetuosos de la tradición sin descuidar lo particular.

Esto manifiesta que no es que se haya dado estancamiento en la apreciación musical de los salseros  en Cartagena sino que se exige calidad en las interpretaciones y los arreglos. Es  que la salsa ni ningún género musical con el pretexto de evolucionar puede estar recurriendo de manera indiscriminada a compases y formas de otros géneros sin el riesgo de contaminarse perdiendo su esencia.

Hace algún tiempo ya se grabaron los famosos mosaicos que eran muestra de diferentes canciones que gustaron en un momento, era una especie de proyecto para bailadores. En esta propuesta se podía distinguir con claridad cada una de las melodías y arreglos correspondientes, son las verdaderas mezclas, ya que en el sentido cabal del término no se da solución de sus partes. Hoy las pretendidas fusiones quieren hacer algo semejante pero con la pretensión de estar produciendo algo nuevo una sóla melodía en ritmos diferentes dentro de un mismo espacio y tiempo. ¿Es que la fusión es el mosaico rítmico? Hablemos de fisión cuando se produce algo nuevo (Merecumbé: ni es merengue ni es cumbia es merecumbé).

Todo en el universo está sujeto a la transformación porque todo está ligado al progreso con signo positivo. Precisamente como seres productores de cultura estamos en la obligación de generar estos cambios de manera intencional; pero transformación y  hecatombe son cosas diferentes, innovar y desvirtuar sólo se parecen en la terminación.

Dentro de esta línea de desarrollo ascendente  igualmente no se descarta la revolución como una forma nueva que, apoyada en el pasado, rompe con él para producir un cambio que satisface las exigencias de un momento por la evidente fatiga de las estructuras anteriores. La evolución de los ritmos musicales no puede ser ajena a la dialéctica como respuesta última a cualquier transformación que se opere.

El afán de protagonismo  de algunos cultores del género puede tener algo de influjo en la situación, es posible que esta pretensión de los alquimistas de la salsa, que en muchas ocasiones resultan ser tocadores de guataca, sea el catalizador de la crisis.

Parece un contrasentido que dentro de este proceso de crisis de la salsa el problema no sea del gusto de los salseros, ni de los cantantes de salsa, porque voces hay. Vemos crisis en la literatura de la salsa y en los arreglos  musicales. Mucho préstamo a las baldas, y quienes quieren hacer algo nuevo parecen más compositores de regeetón o de champeta que otra cosa, y  cuando no acuden a un romanticismo ramplón, desdibujado por imágenes de un erotismo cercano a la ópera del mondongo,  lejos de lo que esta expresión significa. Escuchar canciones de esa índole en voces nuevas con el pretexto de: eso es lo que vende resulta ser la prostitución del género.

Pero no podemos desligar la situación actual del fenómeno salsa de la aparición de otros ritmos que apoyados en condiciones socioculturales coyunturales han hecho carrera. Esto ha tenido como consecuencia que la salsa brava se convierta en una trinchera desde la que se  defiende todavía una identidad.

Escuchar y disfrutar salsa vieja no es estar viejo, es sostener el criterio de la necesidad de  expresarse en formas duraderas sujetas a una evolución real que permita  demostrar que los cambios aportados por los jóvenes son realmente importantes desde el punto de vista cultural.

 Mal podríamos argumentar que la sociedad de hoy se caracteriza por lo efímero. Sí pero es una característica de la  cual nos vivimos quejando porque  refleja la decadencia de los espíritus  para producir manifestaciones culturales significativas, produce la estabilidad económica de los negociantes de la cultura y la incertidumbre  de las nuevas generaciones  que se están quedando sin referentes en los cuales apoyarse para producir  verdaderos cambios.

  

  Lic. Enrique Rafael Guzmán Valdelamar.

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