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31 marzo 2017 5 31 /03 /marzo /2017 09:24

Así como la ciencia no puede ser posible sin supuestos universalmente válidos el conocimiento, para poder ser tenido en cuenta como base para el progreso, debe estar edificado sobre fundamentos que permitan cierta estabilidad para que dicho conocimiento pueda ser aplicado en beneficio del hombre.

El conocimiento hoy se transforma vertiginosamente y esto produce inestabilidad, es cierto, pero esta incertidumbre generada por el avance del conocimiento está siendo capitalizada vorazmente por los mercaderes de la educación superior quienes con el sofisma de la educación continuada ofrecen fórmulas milagrosas para formar especialistas, magísteres y doctores en todas las áreas del saber mientras que los que hacen avanzar el conocimiento siguen siendo y seguirán siendo un grupo de personas realmente interesadas en la investigación y el aporte de transformaciones significativas en el saber.

Hacemos un interrogante: ¿Dónde está la aplicación de tantas tesis magisteriales y doctorales de quienes alcanzan estas dignidades vendidas a altos precios por los centros de educación superior? ¿Habrá que generar frente a esta situación una versión moderna de la querella de las investiduras?

Para la experiencia socio-académica nuestra en donde la “titulitis” es lo fundamental centros de educación superior, regidos muchas veces por eminencias grises, se permiten el abuso de menospreciar la capacidad de docentes idóneos simplemente porque no poseen un titulo de magister o de doctor ¡qué tristeza! Es una falta de respeto que centros educativos soliciten docentes y escriban en sus requisitos con arrogancia: Se necesita docente en tal área “AL MENOS CON MAESTRIA” recuerden los directivos de estos centros que la acreditación de idoneidad no la determina un cartón que entre nosotros se comercia.

Los estudios ofrecidos y los títulos académicos obtenidos a través de los mismos no hacen sino beneficiar el crédito social de los centros educativos que los ofrecen y otorgan porque esa es la publicidad que se hace con el sofisma de la necesidad de mantenerse a tono con el conocimiento y su avance (estado del arte). Con este sofisma se ofrecen los estudios más variados e inverosímiles como salidos de la chistera de un mago.

Le escuchamos decir en una conferencia a uno de los pontífices del conocimiento universal, director de tanques pensantes en Harvard, en el Boston Colegge, profesor invitado en Yale y en otros centros famosos del mundo académico, que el conocimiento se renovaba semanalmente, así era de rápido, no diríamos rápido sino efímero, según él. Pero lo sorprendente es que el mismo personaje, sin demeritar la capacidad que tiene, en un lapso de tres años en dos conferencias más estaba presentando los mismos datos de las exposiciones anteriores. Lo que significa que el avance del conocimiento, o al menos su asimilación no ocurre tan rápido como parece.

Esta propuesta de avance en los estudios permanentes debe ser dosificada sobre todo entre nosotros que somos receptores tardíos de los beneficios de la ciencia. Por otra parte, el sofisma de la educación continuada hace entrar en pánico, ya que el no poseer títulos en maestrías y doctorados hace correr el riesgo del cese laboral por no cumplir el requisito.

Me pregunto cuántos de los magísteres y doctores que se encuentran en nuestras universidades están enseñando sus propias teorías, haciendo verdaderas escuelas de pensamiento científico o no son más que eruditos en una disciplina sirviendo de apéndices operativos del verdadero conocimiento generado por otros.

Volviendo a los centros educativos y su oferta y promoción de los estudios de posgrados sostenemos que, si fueran más serios en lo tocante a la educación superior continuada, un candidato a estudios de posgrado no podría ser admitido con menos de cinco años de graduado y los reciben terminando el grado. Eso no es muestra del interés que pregonan para que el país salga adelante aumentando el nivel de estudios de sus profesionales.

El desempleo en que está sumida gran parte de la población con título profesional los hace volver a las aulas como un paliativo de la situación. Entonces no es raro el Aviso: Se necesita profesional en tal área, menos de treinta y cinco años, experiencia y al menos con maestría, ¡habrase visto! Es una falta de respeto al conocimiento y a la experiencia que da el ejercicio laboral.

 

Los centros educativos, que realmente son empresas, juegan con las condiciones socioeconómicas del momento poniendo en peligro el conocimiento que dicen salvaguardar.

Con tantos magísteres y doctores que a diario gradúan nuestras universidades es para que las condiciones de desarrollo en nuestro país fueran otras. Mientras estos estudios de posgrados sean tomados únicamente como requisito para mantenerse laboralmente el progreso se retardará otros siglos. Decimos Para mantenerse laboralmente porque esto no redunda realmente en el mejoramiento de las condiciones económicas de quien opta el título. Pero sí en el reconocimiento socio-académico del centro donde labora o de donde egresa.

Los verdaderos magísteres y doctores son personas que se dedicaron al estudio por el placer del estudio, no por reconocimiento social ni académico. Desde un escritorio no se hace un investigador. Y entre nosotros se habla de alguien con admiración: El tiene una maestría en “investigación” y lo ubican como en un nicho, claro si estos títulos en el país reflejan segregación, son parte de la publicidad personal que nunca podría ser el equivalente de CURRICULUM VITAE que si encierra el prestigio profesional labrado en la práctica y no enmarcado en un aula.

A este pontífice del que hablamos anteriormente le escuchamos, con preocupación, una afirmación: “estoy coordinando un libro” es que los libros ya no se escriben. Eso nos hizo recordar un grafiti que decía: “robar a uno es plagio, robar a muchos es investigación”. Lo anterior nos condujo a pensar que para publicar un libro se necesitan cualquiera de estas dos cualidades: ser un pozo de sabiduría o ser un cínico.

  1. el pretexto de la fundamentación teórica de lo que se está afirmando se traen innumerables referencias que hacen pensar: si ya otro lo dijo para que repetirlo, los famosos libros se convierten en glosas. Marco Tulio Cicerón lo hizo en la antigüedad, pero nunca dijo esto es mío.

Promocionar el sofisma de la educación continuada garantiza un mercado cautivo a los centros de educación superior. Cuando gradúan a alguien en pregrado se están burlando de él: ignorante he aquí un título de nada. Regresa por una especialización, luego la especialización y lo mismo, regresa por una maestría, lo mismo regresa por un doctorado y en la actualidad el esperpento del postdoctorado. Pero algo debe quedar claro: poseer estos títulos no es garantía de idoneidad.

 

No estamos ni podríamos estar nunca en contra de la educación continuada, pero si en contra de la mentalidad mercantilista con la que es manejada y en contra del terrorismo laboral con fundamento academicista y de la discriminación socio académica que genera. Si las universidades hicieran seguimiento a los logros profesionales de sus especialistas, magísteres y doctores seguramente terminarían decepcionadas.

Algunas propuestas frente a la situación:

  1. Si los cinco años de estudios profesionales se repartieran en tres de conocimientos básicos y los dos siguientes especializados. Se evitaría plagar de posgrados, en especializaciones, la educación superior.
  2. Que las universidades ajustaran los requisitos para optar estos títulos dando un carácter práctico a los mismo para que quienes los opten puedan aportar realmente al conocimiento.
  3. Que las universidades contemplen la posibilidad de otorgar estos títulos a partir del estudio y a probación de trabajos presentados por los profesionales en las diversas áreas. Y después si hablemos de costos por el reconocimiento.

El centro educativo no puede proponer como satisfacción moral para quien estudia lo que para él resulta un negocio. La publicidad académica al promocionar educación continuada en cualquiera de sus formas anuncia: “inversión”, inversión que en una situación real de recesión económica resulta riesgosa.

De todas maneras, es innegable que el desarrollo está ligado al conocimiento, pero las propuestas de educación continuada deben ser ajustadas a la realidad y articuladas a unas exigencias que garanticen que quienes tienen acceso a ella trabajarán por el crecimiento científico, técnico y tecnológico del país.

 

 

Lic. Enrique Rafael Guzmán Valdelamar.

 

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